Un estudio internacional liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona ha confirmado que la exposición a la radiación de las tomografías computarizadas (TAC) en jóvenes está asociada a un mayor riesgo de desarrollar cáncer de sangre.
Si bien los beneficios de las TAC en el tratamiento médico son indiscutibles, su uso generalizado ha generado preocupación por los posibles riesgos de cáncer asociados a la exposición a radiaciones ionizantes, especialmente en pacientes jóvenes.
El estudio, conocido como EPI-CT, contó con la participación de clínicos, epidemiólogos y dosimetristas de nueve países europeos y analizó los datos de casi un millón de personas que se habían sometido a al menos una TAC antes de los 22 años.
Los resultados revelaron una clara asociación entre las dosis totales de radiación absorbidas por la médula ósea y el riesgo de desarrollar tumores malignos de la sangre.
En concreto, se encontró que una dosis de 100 mGy incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de la sangre por un factor aproximado de 3.
Actualmente, más de un millón de niños europeos se someten cada año a una TAC, por lo que es necesario concienciar a la comunidad médica y seguir aplicando medidas estrictas de protección radiológica, especialmente en la población pediátrica.
Si bien el estudio no prueba una causa directa, sí alerta sobre la posibilidad de un mayor riesgo de cáncer de la sangre asociado a las TAC, lo que resalta la importancia de limitar la exposición a la radiación en aquellos que buscan un diagnóstico.
Estos hallazgos son de suma relevancia y tienen implicaciones importantes para la práctica médica. Es fundamental que los profesionales de la salud tengan en cuenta esta información y busquen alternativas más seguras y precisas para el diagnóstico de los pacientes jóvenes.
En conclusión, este estudio respaldado por el Instituto de Salud Global de Barcelona ha confirmado la asociación entre la exposición a las radiaciones de las TAC en jóvenes y un mayor riesgo de desarrollar cáncer de sangre. Es crucial seguir concienciando a la comunidad médica sobre este tema y tomar medidas estrictas de protección radiológica para proteger a la población pediátrica. Una mayor investigación y alternativas más seguras son necesarias para garantizar la salud de los pacientes jóvenes.
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