Si es difícil que 20 países se pongan de acuerdo en algo, en Venezuela lo hacen, y en unas tres horas parece una tarea imposible. La cumbre internacional organizada por Gustavo Petro se llevó a cabo este martes en Bogotá con más expectativas que resultados. Las conclusiones se limitan a tres puntos, que no parecen nuevos. La necesidad de fijar un cronograma electoral en Venezuela, para que los acuerdos entre el chavismo y la oposición vayan acompañados del levantamiento de sanciones, y que la reanudación del proceso de diálogo en México vaya de la mano con la creación de un fondo de inversión social en el país. Según lo acordado en noviembre, pero aún no hay noticias al respecto.
El encuentro dejó un ambiente más bien frío que resultó cálido. El gobierno colombiano había logrado el día anterior resolver lo que podría anunciarse como la crisis de Guaidó. El líder opositor venezolano había anunciado por sorpresa que el lunes estaba en Colombia, ingresando ilegalmente desde Venezuela. Nadie lo esperaba, y en todos los sectores que cuestionaron la cumbre, incluida la mayoría de la oposición, fue visto como un intento de boicotear la reunión. Guaidó fue escoltado por el gobierno colombiano esa misma noche al aeropuerto El Dorado para tomar un vuelo a Miami (EE.UU.). “Es claro que hay un sector político que quiere perturbar el libre desarrollo de la conferencia internacional sobre Venezuela”, dijo Petro el martes.
El problema al final no fue el político inesperado. El problema es la enorme complejidad de la propia crisis venezolana. La reunión tenía todos los ingredientes para el éxito. El gobierno de Nicolás Maduro apoyó la designación, a pesar de su falta de entusiasmo. Representantes de la oposición viajaron a Bogotá para reunirse el sábado con el presidente colombiano, en una especie de antesala de la cumbre. Estados Unidos animó a Colombia a dar el paso de celebrarlo y envió un representante. Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, participó como invitado. Pero las conclusiones leídas por el canciller colombiano Álvaro Leyva parecían diluidas.
Mes tras mes, Petro se dio cuenta de que era mejor bajar las expectativas sobre el país vecino. Desde que llegó al poder en agosto pasado, ha dedicado parte de sus energías a Venezuela. Primero, restablecer las relaciones entre los dos países, que fueron rotas por su antecesor conservador Iván Duque. En segundo lugar, asumir un liderazgo regional que contribuya a resolver la crisis del país petrolero. En ambos frentes, todo era más difícil de lo que parecía a primera vista. Se restablecen las relaciones, pero Maduro actúa como especialista dilatorio. Enfrentado al resto del mundo, y al propio Pietro, que tiene cuatro años para cumplir sus promesas, el chavismo nunca tiene prisa por nada.
El encuentro tuvo como objetivo incentivar el regreso de las partes a la mesa de diálogo en México. Es el proceso regido por Noruega, y su última reunión tuvo lugar en noviembre pasado. El tiempo se acaba para el objetivo mismo de esas negociaciones, que es la realización de elecciones con garantías democráticas en 2024. El chavismo no pretende dejar de dar largas. A su alrededor, el país se sumió en una crisis económica cada vez más grave, pero unas elecciones presidenciales justas y libres, como pide la oposición, podrían llevarlo a perder el poder, en el que Maduro lleva 10 años en el poder.
El presidente chavista alega en su defensa que en noviembre se acordó descongelar fondos venezolanos en el exterior para inversión en medidas sociales en el país y que Estados Unidos está bloqueando estos activos. El acuerdo no significa, en ningún caso, que se entregue ningún dinero directamente al gobierno de Maduro, sino que estipula que la ONU establezca un fondo social de unos 3.000 millones de dólares con montos congelados en varios países y que la ONU dirija inversiones directas en Venezuela. – escuelas, hospitales, red eléctrica…etc – consensuado en detalle por las delegaciones del gobierno y la oposición.
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Recepción
Los obstáculos para su creación en las Naciones Unidas se derivan de una carta del Departamento de Estado que indica la posibilidad de que se pida a los acreedores de Venezuela que paguen sus deudas una vez que se liberen los fondos. Fuentes diplomáticas confirmaron que Washington ya está trabajando en este asunto para acelerar el proceso y solucionar los posibles problemas derivados del mismo, y que muy pronto habrá resultados. Miembros de la delegación opositora que viajó a Bogotá esperaban que la creación de este fondo social se anunciara el martes en la cumbre, pero eso no sucedió.
Leyva anunció que ahora se enviarán las conclusiones a las partes que, según leyó públicamente al final de la reunión, se resumieron en 258 palabras. Dijo que próximamente se convocaría a una segunda cumbre para verificar el desarrollo de acuerdos con los mismos invitados. Esta cita no se denominará «reunión de cancilleres», como se ha referido a ella Petro en numerosas ocasiones, pues este martes solo asistieron cuatro de ellos, incluido el colombiano. La mayoría de los representantes eran cargos diplomáticos.
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