Los fagos, virus que atacan a las bacterias, pueden comunicarse entre sí y establecer estrategias para infectar a las bacterias, según un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV) del CSIC.
El descubrimiento de este mecanismo de comunicación se hizo en el marco del proyecto TalkingPhages, que contó con la colaboración del Imperial College de Londres y la Universidad de Tel Aviv.
El estudio demostró la existencia de un mecanismo de comunicación llamado arbtrium en los fagos de la familia SPbeta. Hasta ahora, se creía que todos los fagos tenían un sistema de control similar, pero los fagos SPbeta tienen un sistema mucho más complejo con tres proteínas represoras.
Estas proteínas, llamadas SroF, SroE y SroD, tienen estructuras distintas y han sido recicladas por los fagos para la función de represión. Además, los fagos SPbeta también presentan represores variables para otras proteínas que conectan con el sistema de comunicación arbitrium.
Este descubrimiento es de gran importancia ya que abre la posibilidad de utilizar el control del ciclo vital de los fagos en aplicaciones biotecnológicas y biomédicas. Conocer cómo se regula el ciclo vital de los fagos podría permitir su control y utilización como herramientas biotecnológicas o biomédicas.
La investigación realizada por el Instituto de Biomedicina de Valencia es un avance significativo en el estudio de los fagos y su capacidad de comunicación. Este descubrimiento demuestra una vez más la importancia de la investigación científica en el avance de la medicina y la biotecnología.
El estudio ha sido publicado recientemente en una revista científica de renombre, lo que demuestra el reconocimiento internacional de la investigación realizada en España. El equipo de investigadores ha destacado la importancia de continuar con este tipo de estudios para seguir descubriendo nuevos mecanismos y aplicaciones de los fagos en diversos campos.
En definitiva, este estudio demuestra que los fagos son organismos complejos y versátiles, capaces de comunicarse entre sí y adaptarse para infectar a las bacterias. Este descubrimiento abre nuevas oportunidades en el campo de la biotecnología y la medicina, y su aplicación futura podría tener un impacto significativo en la salud y el bienestar de las personas.