El Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, la prestigiosa red pública de museos y centros de investigación de Estados Unidos, ha sido el foco de polémica debido a una colección de cerebros humanos obtenidos de manera cuestionable o ilegal en las primeras décadas del siglo XX.
Según una investigación llevada a cabo por el diario ‘The Washington Post’, esta sorprendente colección de 255 cerebros era desconocida para muchos expertos y líderes del Smithsonian. Solo en cuatro casos se ha podido constatar que los cerebros fueron extraídos con el consentimiento expreso de los donantes.
El responsable de esta colección macabra fue Ales Hrdlicka, un destacado antropólogo que defendía ideas racistas sobre la supuesta superioridad del hombre blanco. Hrdlicka, quien contaba con una posición privilegiada y contactos en Washington, obtuvo estos cerebros en muchos casos sin ningún tipo de permiso.
La mayoría de los cerebros pertenecían a personas de raza negra o de poblaciones indígenas de diversas partes del mundo. Esta noticia ha causado gran indignación y ha vuelto a poner sobre la mesa el tema de la apropiación injusta de restos humanos en el contexto colonial y racista.
Lo más preocupante es que, a pesar de que se ha descubierto esta colección, el Smithsonian ha sido duramente criticado por no haber realizado suficientes esfuerzos para devolver estos restos humanos a sus familias o comunidades de origen. Muchos consideran que es imprescindible rectificar estas injusticias y dar un trato respetuoso a los cuerpos y restos humanos, especialmente en casos tan sensibles como este.
El Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, conocido por ser uno de los centros más populares de esta institución, ahora se enfrenta a una gran controversia. Se espera que se tomen medidas para investigar más a fondo esta colección y, sobre todo, para garantizar que estos cerebros sean devueltos a sus legítimos propietarios, respetando así su dignidad y memoria.
El conocimiento y cuidado de nuestro pasado es fundamental, pero nunca debemos olvidar que los restos humanos merecen un trato ético y respetuoso. Esperemos que este escándalo sirva como llamado de atención para que se tomen medidas necesarias y se evite que situaciones como esta vuelvan a repetirse. El Smithsonian tiene la oportunidad de hacer lo correcto y enmendar este doloroso capítulo de su historia.
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